lunes, 18 de octubre de 2010

Los fascistas y el 'hombre de papel'

"el angelito del pasamontañas"
18/OCT/2010-13:26

Por Ángel González-(extraido del mundo.es)

Me parece interesante

"El fútbol es un invento de los europeos para odiarse sin la necesidad de matarse". Viendo los 1.200 hinchas serbios en Génova dudo y mucho del valor de esta definición del escritor norteamericano Paul Auster. La Policia italiana impidió que los Los Tigres de Arkán, los Machos 'vs' los Enterradores, provocaran una nueva Tragedia de Heysel en el Luigi Ferrari. Viendo a las bestias fascistas subidas a las gradas con el brazo en alto, ¿que dirían sus abuelos que perdieron la vida luchando como partisanos contra la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial?

Uno casi recién llegado de vacaciones en Polonia y que pasó por debajo del arco de la infamia del Campo Uno de Auschwitz-Birkenau ['El trabajo os hace libres', concentración y exterminio de más de 1.100.000 personas] no entiende cómo pueden permitir a estos cachorros nazis, criminales ideológicos y reales, viajar libremente por Europa, y menos dejarles entrar en un estadio. Tampoco eximo a Italia y a sus autoridades de su responsabilidad. Porque entrar con quincallería y más en un estadio italiano no suena precisamente a novedad. En 2001 fue arrojada una moto en un partido Inter-Atalanta desde la misma grada de San Siro (Milán) y mucho más... ¿No ha tenido Europa ya suficiente con los nacionalismos radicales?


La trágica historia del 'futbolista de papel': Matthias Sindelar

Como uno se cansa de hablar de criminales y villanos, nada mejor que recordar a un héroe. Un tipo que luchó contra el fascismo y lo pagó con lo que un hombre nunca debe pagar, su vida. Era austriaco de origen judío y se llamaba Matthias Sindelar. Los más futboleros sabrán la leyenda del mejor deportista austriaco del siglo XX.

Austria no sólo ha tenido Wunderteam (equipo maravilla) en esquí. Corría la década de los 30 y un angelito escurridizo como el jabón, de finísimo quiebro y regate, picaflor del gol, que "flotaba por los campos como una hoja de papel", lideraba la por entonces mejor selección de Europa: la Austria del técnico judío Hugo Meisl. Descendiente de emigrantes ladrilleros y herreros de Moravia (Checoslovaquia), este 'Mozart del fútbol' ya jugaba en el Hertha de Viena con 15 años hasta explotar en el Austria de Viena, donde ganó cinco Copas y una Liga.

La primera vez que Matthias se dio de bruces contra el fascismo fue en el Mundial de 1934. Austria, la gran favorita por puro talento, se enfrentaba a la anfitriona Italia en semifinales y al árbitro sueco Ivan Eklind designado por Mussolini. Fue uno de los tres argentinos recién nacionalido italiano para ganar el Mundial, Luis Monti, quien aplicando la máxima del humorista Elver Ludueña ['para pegar bien hay que ir al hueso'] acabó paleando hasta decir basta al pobre Matthias tras uno de los marcajes más infames e impunes de la historia del fútbol. Por supuesto que ganó Italia con gol en fuera de juego del también nacionalizado Guaita, Sindelar cojo y lesionado y su equipo maltratado. Después, il Duce volvió a repetir táctica', árbitro y cómida con el árbitro contra Checoslovaquía en la final. Y, por supuesto, a Italia no le quedó más remedio que vencer por 2-1 su primera Copa del Mundo.

Pero sí el 'hombre de papel' escapó de Mussolini, los Nazis tuvieron menos escrúpulos dentro y fuera del césped. El Anschluss (anexión de Austria, marzo 1938) también quiso ser futbolístico 'anexionándose' a los mejores jugadores del Wunderteam. Algunos se plegaron, pero Sindelar nunca quiso defender un régimen que odiaba. Su amigo Nausch, obligado a divorciarse de su esposa judía, huyó a Suiza. Él inventó lesiones, enfermedades y evadió como buenamente pudo a la Gestapo para no levantar el brazo con la palma extendida. En conmemoración del Anschluss, Alemania se enfrentaba a Austria en el Prater vienés en el último partido de esta última como selección independiente. El partido fue un simulacro teatral en el primer acto puesto que los locales, y Sindelar, especialmente, fallaron lo inimaginable delante del arco germano. Algo debió de pasar en el vestuario porque Sindelar culminó de vaselina un jugadón de artista en el minuto 70. No conforme con eso se fue a celebrar el gol delante mismo del palco de los jerarcas nazis simulando un baile y dando brincos como si tuviese un violín. Lo que faltaba. Su compañero Karl Szestak marcó el segundo gol aquel 3 de abril en un Prater a reventar en el que los valientes se atrevieron con los gritos "¡Osterreich!, ¡Osterreich!" (¡Austria! ¡Austria¡) más reivindicativos de la historia.

¿O juegas con los Nazis o no juegas más al fútbol? El colibrí rubio no fue al Mundial con Alemania en 1938. Perseguido sin tregua por la Gestapo, viviendo a salto de mata, el 23 de enero de 1939, Matthias y su novia italiana Camila Castagnolo -también de origen judío- fueron encontrados muertos sobre la cama de su piso vienés. Los románticos dicen que Sindelar, ya privado de su otra amante -el balón-, no aguantó más y se suicidió. Otros que fue la misma Gestapo quien encubrió un supuesto crimen puesto que el informe oficial sobre la muerte se extravió. La causa oficial, arreglada por un alto funcionario alemán para que se pudiese celebrar un funeral de estado a petición de un amigo y directivo, fue "muerte accidental por inhalación de monóxido de carbono" por una estufa. Asistieron entre 15.000 y 30.000 personas y lo enterraron en el mismo cementerio vienés que a Beethoven, Brahms, Schubert, y los Strauss padre e hijo. ¿Acaso no era el 'Mozart del fútbol' un gigante de la vida? Que su nombre nunca se borre de la historia.

Futbolerías: Grandes clásicos del género: "Jugaba al fútbol como ninguno/ ponía gracia y fantasía/ jugaba desenfadado, fácil y alegre/ siempre jugaba y nunca luchaba”. [Versos de Friedrich Torberg, poeta austriaco en memoria de Matthias Sindelar]

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