Jue, 14/07/2011 - 11:46 — cultura
Entrevistamos al artista Santiago Sierra a propósito de su última obra, la instalación itinerante No Global Tour.
Redacción
Háblanos sobre el No Global Tour
Ahora lo tenemos en el Artium de Vitoria. También hay un NO de mármol, que lo hicimos en Carrara. Es un NO bastante grande, hecho en la misma cava donde trabajaba Miguel Ángel, cubierto todo de vaselina... de una manera insinuante digamos. Y este me gustó especialmente porque cuando vas a Carrara -que sale en la película al principio- se ven las montañas, y lo que falta de ellas pues son virgencitas y santitos. Y resulta que Carrara es una ciudad con una militancia anarquista importante, y sobre todo entre los operarios. E incluso tienen monumentos en la calle a miembros anarquistas destacados, algo que yo nunca he visto. A mí me daba esa sensación: esta gente haciendo santos y yo pues en cierto modo trabajando como un poco dentro y fuera del sistema.
Me sentí muy a gusto haciendo este segundo NO. Si ves mi carrera yo siempre he buscado situaciones para ejemplificar el desastre visualmente. Una vez hecho todo ese trabajo de cronista, creo que para decir algo y decir una sola palabra, dejar un NO itinerante, que sigue como proyecto que mientras yo pueda mantendré. Intentaremos que llegue lo más lejos posible. Hemos currado como locos y hemos dejado de hacer otras cosas. Pero yo me siento como que he hecho una obra cumbre. Simplemente olvídate de que hay película, olvídate de todo: piensa en la imagen del NO en medio de Madison Square (Nueva York) y yo ya ¡soy feliz!
Hay un momento en la película que dice un trabajador italiano 'el no es el lenguaje de los niños'
Bueno, eso decía García Calvo ¿no? Que era la primera muestra de inteligencia del niño, decir que no, porque suponía el ser consciente de sí mismo... No sé muy bien cómo explicaba el tema pero a mí me parece que cuando quiere decir ‘no’ está queriendo decir algo. Hasta entonces sólo está balbuceando.
Me gustó mucho que dijeras no al Premio Nacional de Artes Plásticas (noviembre 2010) y también la carta expresando el rechazo
Bueno, yo es que no creo que ellos sean quiénes para premiarme. Eso en primer lugar. Me siento devaluado, creo que ha habido un rollo por parte de los gobiernos en general de políticas de premios constantes hacia los artistas, que lo que fomentan es la docilidad; te chupan el prestigio y te quedas seco [risas]. A un artista que se le da un premio tan importante se acaba su carrera; hace el ridículo en un telediario dándole la mano a las autoridades; y la verdad es que no me veo en ese papel. No puedo acercarme y saludar a una gente a la que detesto bastante.
Esto enlaza con lo que ha sido y debería de seguir siendo la tradición histórica de los artistas críticos con el poder
De hecho es sorprendente las buenas relaciones que parece que se guardan. Sí que hay núcleos de gente que siguen dando mucho la tabarra, pero lo que normalmente muestran los medios es que el artista es un señor con corbata que hace muy bien las genuflexiones. Es una imagen desastrosa que ha hecho mucho daño al propio artista. A mí a veces me da vergüenza decir que soy artista, porque se te asocia con una serie de cosas con las que no tienes nada que ver.
Después de rechazar el premio, ¿qué repercusiones has notado?
He tenido muchísimas felicitaciones, me asombró. Repercutió mucho fuera de España; pese a que no salió mucho sin embargo el boca a boca funcionó. Y nada, echo mucho de menos los treinta mil pavos... [risas]. Alguna tentación me ha dado de llamar y arrepentirme pero... el dinero hay que ganarlo, no me gusta así, de esta manera. He hecho muchas cosas: podría hacer una exposición para el Deutsche Bank, podría hacer muchas cosas sorprendentes... Pero recibirlo por nada, simplemente por ir y manifestar mi adhesión al régimen, pues no.
El artista cuando crea tiene una pretensión. ¿Cuál es la tuya?
Poner en las galerías o en los museos, que son los centros donde van los jefes a pasar su ocio, cosas que no quieren ver allí. Es como mi karma, siempre intento hacer eso: todo lo que no se puede hacer, dar la vuelta a la tortilla. O a veces por cuestión estratégica me interesa mostrarme cómodo y no crear problemas para vender fotografías, que es de lo que vivo. Pero normalmente mi intención cuando me meto en una galería... Esto por ejemplo [señala una foto] es en una galería de Bucarest. Es un pasillo gigante con trescientas mujeres pidiéndote limosna.
¿Cuál es el sentido último de la labor de un artista?
Creo que la labor de cualquier profesión debería ser el trabajo por el bien común. Eso en términos de deseo. En términos de realidad mi función es pues... tal vez decorar las casas de la gente con dinero. Al final todo lo que contamos acaba puesto en la casa del que paga la foto. Somos como decoradores de interiores con pretensiones de algo más; o en ese papel nos coloca la sociedad actualmente.
Fuente: Periódico cnt nº 378
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